sábado, 4 de julio de 2009

El lento transcurrir del tiempo (I)




















Esperaba. De fondo una lenta canción amenizaba el momento desde el hilo musical. A mi alrededor, cuatro personas distribuidas de un modo irregular entre un laberinto de asientos dentro de una gran habitación. Una de ellas, estaba sentada tres filas por delante, otra se encontraba a varias tandas por detrás. La primera leía ininterrumpidamente un libro de bolsillo de aspecto vetusto y amarillento, la segunda tenía la mirada perdida en el vacío sobre un tabique austero y sin ornamento que quedaba justo enfrente, y que parecía poseer los secretos de la nada.

La tercera, aparecía de pie. Se veía hipnotizada por el poder siempre curioso de las inmensas cristaleras, y ensimismada por las gotas de lluvia deslizantes por el vidrio, parecía reflexionar. Ahí fuera hacía frío, y estaba lloviendo a cántaros...

Yo, sin embargo, sólo quería que el tiempo pasara raudo, a sabiendas de la imposiblidad de que mi deseo se materializara en algo real. Para colmo, en la pared, y a mi izquierda, alguien sin escrúpulos había colocado un ruidoso reloj que me recordaba constantemente la constancia del tiempo, y la sombra de una etapa en la que no paraban de precipitar malas sensaciones, hirientes palabras sin arrepentimiento o hechos consumados en la pasión de un instante y que marcan para siempre.

De un modo u otro, estaba huyendo de algo que no comprendía. Esperaba. No había noticias de mi autobús más allá de las cristaleras empapadas. Tic tac. La canción por su parte se agotaba. La persona que leía pasaba una nueva hoja. El improvisado centinela tomó de nuevo asiento. La chica que observaba el infinito dejó de hacerlo. Me miró...

- Se está retrasando demasiado ¿no?- dijo.

Le sonreí. No sólo yo esperaba...

- Sí - le contesté.

1 comentario:

  1. que pasa artista!! yo tampoco sabía de tu blog... ahora seré fiel seguidor a tu puñao de palabras bien colocás!! :)

    [...la segunda tenía la mirada perdida en el vacío sobre un tabique austero y sin ornamento que quedaba justo en frente y que parecía poseer los secretos de la nada.]

    joder rafa, que pasada... no sabía que se podía sacar tanto jugo a lo que nos rodea de un simple vistazo... me encanta tio!

    un abrazo!!

    ResponderEliminar